María Zambrano, maestra de la resilencia. Compartido de Blog Centro María Zambrano

María Zambrano, maestra de resilencia.

PERO DE QUÉ MARÍA HABLAMOS?

María Zambrano, maestra de resilencia

La hija de Araceli y Blas, la niña enferma, Antígona, la estoica, la profesora de Universidad, la hermana de Araceli, la lectora compulsiva, la amante de Gregorio del Campo, la madre soltera, la conferenciante, la enamorada de su primo hermano Miguel Pizarro, la discípula pero no secuaz de Ortega y Gasset, la esposa de Alfonso...

Pero... ¿de qué María?:

La maestra de las Misiones Pedagógicas, la amiga de Maruja Mayo, Concepción Arenal, Lezama Lima, de Miguel Hernández, León Felipe, Cernuda, Bergamín, Gil de Biedma, la indignada humanista, la sacerdotisa, la tuberculosa, la sustituta de las clases de Zubiri, la escritora, la dama errante, la herética, la filósofa de la esperanza,

Pero, ¿qué María?: la republicana, la gatuna, la periodista, la mística, la que escribía para defender su soledad, la femenina que no cedía, la Premio Cervantes, la “sin sombrero”, la expatriada, pobre, reconocida, la pitonisa, sabedora de los conocimientos arcanos, ignorada, olvidada, despreciada, la pacifista, la exiliada, la Doctora Honoris Causa, la coqueta, la inspiradora, la que pronunciaba las palabras que salían del corazón, la insomne, la amante de la noche, la que murió recitando a Juan de la Cruz…

Su vida entra en resonancia con los dolores y alegrías de muchas de nosotras como mujeres. Sin embargo su obra, su pensamiento filosófico y su aportación a la historia de la Filosofía, es única.

ORÍGENES E INFANCIA

María Zambrano nace el 22 de abril de 1904 en Vélez-Málaga hija de una maestra, Araceli Alarcón, y de un maestro, Blas Zambrano, lo que marca su educación y su vida. Desde su casa escucha el cante hondo de la cercana peña. Ella describe de sus primeros recuerdos de infancia cómo su padre, sosteniéndola en brazos, le permite alcanzar los limones en el huerto de la casa familiar. Es por ello que, en el Centro María Zambrano, en la entrada ofrecemos limones para la Acogida.

Su padre, Blas, su primer maestro, le enseñó en sus propias palabras:

“Una calidez, una justeza, una armonía, una belleza, una cierta rigidez, como puede ser la de un árbol que tiene hundidas sus raíces en la tierra y la copa muy alta que llega al cielo”.

Su padre la escucha profundamente, en su curiosidad, en sus anhelos… y la escucha de tal manera que de ese espacio de escucha siente que nace su consciencia.

Su madre, Araceli, en palabras de María:

“Con su sonrisilla, con su sonrisilla acogedora, con su dulce ironía, y con aquel decir: regularcita, regularcita, cuando le alababan a su hija”.

No quiere que sea vanidosa, y le trasmite la humildad, el amor de lo femenino que resiste, y que desde la fortaleza se pone al servicio.

Estando de vacaciones con su abuelo materno en Bélmez de la Moraleda (Jaén), María sufre el primer aviso de lo que a lo largo de su vida es una constante: su salud delicada; en esa primera ocasión se la llega a dar por muerta tras un colapso de varias horas y una larga convalecencia.

Cuando María tiene siete años nace su hermana Araceli; Ella es «la alegría más grande de su vida», en sus palabras:

“Con ella descubrí lo que es más importante en mi vida, la hermandad, la hermandad, más que la libertad, la hermandad”.

Ambas nacen en abril, dos mujeres compartiendo una sola vida. Durante 26 años María se encarga de Araceli, de su cuidado, y son hermanas inseparables. En su obra teatral La tumba de Antígona aparecen ambas, Ismene y Antígona.

 

AMORES Y DESENCUENTROS

El primer gran amor platónico de María Zambrano es su primo hermano Miguel Pizarro. Ella tiene 13 años, vive con su familia en Segovia. Él es un joven, brillante, poeta de 20 años, recién salido de la Facultad de Filosofía y Letras de Granada. Se ha movido en el círculo intelectual de "El Rinconcillo" y sus amigos son Federico García Lorca, Falla, Manuel Ángeles Ortiz...

Lorca, fascinado también con Miguel Pizarro, le describe en un poema como “Flecha sin blanco”.

Blas, tan amoroso con María, prohíbe a María la relación con su primo, calificándola de incestuosa. Cuando María tiene 17 años, Miguel lo abandona todo y se va a Japón. Es entonces cuando conoce en Segovia a un guapo joven alférez de artillería, Gregorio del Campo, un hombre básico e instintivo que la seduce, e insiste hasta que María cede.

 

SU EXPERIENCIA DE MATERNIDAD

El gran secreto de María, que quedó desvelado veinte años después de su muerte, son las 70 cartas de amor adolescente que le escribe a Gregorio del Campo. Esta “proto-maría”, expresa con sorpresa el descubrimiento de su cuerpo, de la sexualidad, del sufrimiento, de la soledad y del dolor de vivir un embarazo a los 19 años con el desapego de su pareja.

A los pocos meses pierde al “nene”, y elabora su duelo escribiéndole a su hijo una carta de despedida. Queda su último reproche a Gregorio:

“El nene pobrecito, ya se ha muerto, no sé por qué los días de sol me acuerdo más de él, ahora me muero yo, y ya te quedas tranquilo”.

Se confirma en su vida y en su experiencia de maternidad una de sus frases sapienciales: “Lo que no pasa por el corazón, nace muerto”.

 

LA RAZÓN POÉTICA, FRUTO DE SU PROPIA VIDA

Aunque Miguel Pizarro regresa de Japón en 1925, no vuelve a ver a su prima hasta tres años después. La relación se rompe en mil ocasiones para volverse a reanudar otras tantas. Y es que Miguel Pizarro es una constante en la vida de María. Un año después de la muerte de Miguel, María Zambrano escribe una carta a Jorge Guillén:

«Cuando lo conocí yo era una niña y él un joven brillante y lleno de cualidades que yo admiraba, y él me llevó al mundo de la poesía y de la belleza. Mi padre me había llevado siempre por el camino de la Filosofía. Yo he buscado la unidad, la fuente escondida de donde salen las dos, pues a ninguna he podido renunciar».

De su lealtad inconsciente a los dos hombres de su vida surge el núcleo de su obra: la razón poética.

 

FILÓSOFA, ESTUDIOSA, ESCRITORA

En esa época es una brillante joven universitaria, estudiante de filosofía. Los apuntes de Tomás de Aquino sobre la mesa del escritorio, le hacen ver una pequeña “lucecica” al fondo del túnel, y la salvan de una profunda depresión. Estudia para ser libre, para transcender el dolor y ver más allá. El conocimiento desde el corazón la salva.

Su relación con Ortega y Gasset la marca profundamente. Como ella misma se autodefinirá, será “no secuaz, sino discípula”. Cuando María publica su artículo “Hacia un saber sobre el alma”, Ortega la llama a su despacho para recriminarle que avanzara sin su supervisión, tal vez sintiéndose amenazado por la propuesta brillante y vanguardista de su discípula. La discípula sale llorando por Gran Vía. Pero no duda en situarse en las antípodas del maestro respecto a su defensa de la democracia y avanza con más libertad aún en sus planteamientos filosóficos. De Ortega parte, sí. Y posteriormente se construye a sí misma.

María contrae matrimonio con 32 años con el historiador Alfonso Rodríguez Aldave, compañero en las Misiones Pedagógicas. Su relación será conflictiva. Tras su divorcio, con 44 años, le preguntan qué ocurrió y ella tan solo responde: “me dio lo que pudo”.

 

GUERRA CIVIL Y EXILIO

María Zambrano

Durante la guerra colabora con la República siendo nombrada Consejera de Propaganda y Consejera Nacional de la Infancia Evacuada. Ella, que había perdido a su “nene”, se compromete en el acompañamiento de los menores que huían de la guerra, aterrorizados por los bombardeos, solos y sin sus padres. Es entonces cuando muere su padre en Barcelona.

Huye de España el 28 de enero de 1939. Tiene entonces 35 años. Ese mismo día cruza la frontera francesa, camino del exilio en compañía de su madre, su hermana Araceli y el marido de ésta. Avanzan lentamente en un coche prestado. Desde la ventanilla contempla entre la marea humana a Antonio Machado anciano, con su madre, caminando. Ella se baja del coche y, de su brazo, cruzan la frontera.

Recuerda la mirada de un cordero blanco que un hombre transportaba sobre sus hombros. Don Antonio muere en Colliure. María, cuando vuelve a España con su pelo blanco, se reconoce en el cordero blanco, como víctima sacrificial, que vuelve cuarenta y cinco años después.

Su madre muere en Francia y ella no puede acompañarla. En París se reencuentra con su hermana Araceli, torturada por los nazis, al borde de la locura y con un estrés postraumático severo que la acompañará el resto de su vida. Se queda con ella hasta la muerte de ésta en 1972 en Ginebra.

En su pasaje como dama errante, acompañada por Araceli, vive en París, México, La Habana, Puerto Rico, Roma, La Pièce, Ferney Voltaire, Ginebra... Allí donde llega, despierta profundas amistades, contagia su entusiasmo en sus clases y continúa su magnífica obra constantemente.

 

MARÍA Y LOS GATOS

Se gana la vida con sus artículos, atravesando graves dificultades económicas, que llegan a afectar a su salud. En Roma, cae en mitad de la calle, desfallecida de cansancio y de debilidad. Tiene que abandonar Italia, por una denuncia a las autoridades, a causa de los muchos gatos con los que convivía en su residencia. Consideraba que toda la sabiduría de Egipto residía en el cuerpo de los gatos, y que la persona que entendiera a un gato alcanzaría todo su conocimiento.

Sus amigas y amigos la sostienen en la medida que pueden con ayudas económicas y acuden a ella para consultarle, porque posee la capacidad socrática de acompañarles al espacio donde surge la propia conciencia, y donde es necesario que cada uno, cada una, genere sus propias respuestas.

 

RECONOCIMIENTO Y MEMORIA

Mientras tanto, en España, tras muchos años de desprecio, silencio y olvido, poco a poco se empieza a dar valor a la escritora y comienza a recibir reconocimientos a sus aportaciones intelectuales: el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, el Ayuntamiento de Vélez-Málaga, su ciudad natal, la nombra Hija Predilecta, la Junta de Gobierno de la Universidad de Málaga acuerda su nombramiento como Doctora Honoris CausaHija Predilecta de Andalucía y el Premio Cervantes.

María desde su capacidad de crecer frente a la adversidad, abandona todo tipo de narrativa victimista del exilio, no se deja seducir por el drama y el desgarro, se adueña de su historia, de la línea de su vida, y elabora una nueva narrativa:

"El exilio que me ha tocado vivir es esencial. Yo no concibo mi vida sin el exilio que he vivido. El exilio ha sido como mi patria, o como una dimensión de una patria desconocida pero que una vez que se conoce, es irrenunciable", escribió unos años después de su vuelta a Madrid en 1984. Asiente a su vida, aceptando su historia, dotando a su experiencia traumática de un nuevo significado.

En Madrid pasa la última etapa de su vida. Fallece el 6 de febrero de 1991, con 87 años. Muere como vivió, recitando el Cántico Espiritual de Juan de la Cruz.

Ella que conoció el dolor, enfrentó su sufrimiento estoicamente, entendiéndolo como filosofía sanadora, medicinal, porque permite resistir ante las adversidades de la vida. Fue la filósofa de la esperanza, amó la realidad, se amó a sí misma como mujer, y amó a los demás como eran. Es la única mujer del '27, la única sin sombrero, que recibe el justo reconocimiento a su obra en vida.

"No siendo nada o apenas nada, por qué no sonreír al universo, al día que avanza, aceptar el tiempo como un regalo espléndido...", escribe María Zambrano en Delirio y destino, resumiendo su actitud de permanente celebración de la Vida. Celebramos también nosotros la Vida de María Zambrano, maestra de resiliencia, maestra de humanidad.

-MARÍA ARTACHO SÁNCHEZ. Psicóloga y Directora del CMZ.

Como Psicóloga y Filóloga, me interesa la vida de María Zambrano, su constelación familiar y la línea de vida. Escribo desde una perspectiva biografista y transgeneracional. Comprender la génesis vivencial que da lugar a sus planteamientos filosóficos, abre un espacio para que vida y obra aparezcan ligadas, tal y como lo estuvieron en la realidad. Me fascina la capacidad de María para integrar la razón y la poesía, lo cognitivo y lo emocional, la psique y la palabra.

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